Lima, 18 de Agosto de
2015
Querido
rey:
Hace
mucho tiempo que deseaba escribirle. Al terminar de leer el pequeño fragmento
de la obra en donde hace su aparición, me di cuenta que carga con usted una
cruz muy pesada, y con esto hago referencia al pasado tan duro que le tocó
vivir. Desde ya discúlpeme si le incomoda mi extrema formalidad al escribir,
pero siento que aún no hay la confianza suficiente para tutearlo. Sin embargo, en esta oportunidad tendré la
osadía de manifestar mi inquietud acerca de algunos hechos relatados sobre su
comportamiento y algunas circunstancias que sin duda alguna creo yo, marcaron
su vida, como la muerte de su esposa.
Para
comenzar, me gustaría hacerle una pregunta: ¿Por qué no festejar el cumpleaños
de su hija? “El pobre rey melancólico los contemplaba desde una ventana del
palacio.”
Bueno,
permítame decirle con todo el respeto del mundo, que estoy en desacuerdo con su
actitud.
“Más
triste que nunca estaba el rey, pues al mirar a la infanta (…) acordábase de la
madre de la niña, la joven reina, que poco tiempo antes –así le parecía– (…)
había muerto exactamente seis meses después del nacimiento de su hija (…).”
Creo
que no es necesario preguntar si aún no supera la muerte de su esposa, ya que la
respuesta está bastante clara. En esta oportunidad me refiero a superación como
“recordar sin dolor”.
La verdad no tiene idea como lamento dicho
acontecimiento, sé que lo marcó muchísimo, especialmente el hecho de que su
esposa no haya podido ver crecer a su hija.
Pero,
¿por qué no verlo desde el otro punto de vista? Usted amaba a su esposa,
¿verdad? Y claramente, ama a su única hija. Estoy completamente segura que su
esposa lo hubiera dado todo por darle el mejor cumpleaños a su hija.
Usted
ahora, tiene la oportunidad de cumplir con la voluntad de su esposa, y
regalarle el mejor día a esa pequeña, al igual que el mejor regalo de todos. Y
déjeme decirle que el mejor regalo no es ninguna vestimenta, fiesta o
presentación, sino la sonrisa de su padre.
Por
otro lado, considero que es algo injusto
con la infanta. Como bien se menciona, su hija se parece muchísimo a la madre,
lo cual lo pone triste ya que la vuelve a recordar. Ahora, ¿la niña tiene la culpa de parecerse a
su madre?
Su alteza; esa pequeña tiene todo el derecho
de reclamar la compañía de su padre en su cumpleaños.
Aunque
no lo crea, ella se preocupa mucho por usted, y cuestiona su actitud.
Solo
imagínese qué puede llegar a pensar una niña de doce años, acerca de que su
papá no celebre su cumpleaños con ella. Puede llegar a interpretaciones
totalmente fuera del lugar, si es que usted no logra manejar la situación con
tiempo.
Me
identifico muchísimo con su hija, porque cuando yo tenía su edad, lo daba todo
a cambio de pasar tiempo con mi papá.
Entonces,
le sugiero lo siguiente: ¡Disfrute con su hija! Por más "cliché" que suene esta
expresión, la vida es una sola y hay que aprovecharla y disfrutarla al máximo.
Probablemente
me odie por lo que le voy a decir, pero necesito que lo analice y reaccione.
En
el hipotético caso de que su hija
falleciera el día de mañana, imagínese cómo se sentiría usted, después de
haberla abandonado en su último cumpleaños.
Otra cruz, ¿verdad?
Sé
que usted es un gran rey y un gran padre. Después de todo trató de arreglar su
ausencia con sorpresas increíbles, y estoy más que segura que en esa cara de
nostalgia, hay ojos de amor verdadero.
Por
eso mismo, le escribo esta carta.
No puedo
seguir permitiendo que usted viva así, pudiendo apoyarlo y darle mi punto de vista.
A
veces es bueno que alguien te abra los ojos, y espero haber sido esa persona.
Me
gustaría terminar diciéndole que nos queda claro a todos que jamás olvidará a
su esposa, y que ella siempre vivirá con usted. (Literalmente, ya que la
embalsamó). Pero, ella ya falleció y este es un hecho que pasó hace ya bastante
tiempo, y es momento de superar y comenzar una “nueva historia”.
Es
momento de que usted mismo se dé la oportunidad de ser feliz junto a su
pequeña, que tanto lo espera.
Les
deseo los mejores éxitos, a usted y a la infanta; y cuando necesite de apoyo
puede contar conmigo.
Atentamente,
Karla
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